En cuanto el plantel volvió a materializarse en X8N, notaron que faltaba el lateral izquierdo, Predrag Slotevic, un yugoslavo de diecisiete años que era la esperanza del Río Seco. ¡Se había perdido en algún lugar del espacio, tal vez en otra dimensión!
Cuando fueron a quejarse a la oficina de teletransportación les dijeron que ellos no podían hacer nada, que no era su responsabilidad y que hablaran con el representante local de la compañía de transportes. Luego se enteraron que no existía tal representante local…
Llegó el momento del partido y el plantel estaba muy desconcentrado: todos pensaban en el viaje de regreso y que tal vez algún otro jugador podría perderse por el camino. Estaban muy nerviosos y no quisieron entrenar, así que el técnico tuvo que armar el equipo con los que estaban mejor anímicamente.
El partido fue algo atípico. Por un lado, era cierto que los equisochoenenses se agrandaban de locales; por el otro, los argentinos estaban en otro planeta (¡!). El resultado fue un muy justificado 132 a cero. La humillación intergaláctica había sido televisada en directo y los socios del Río Seco rompían sus carnets por millares. El desastre económico produciría la quiebra del club después de un largo proceso judicial que duraría once años.
El viaje de regreso transcurrió con toda normalidad. Cuando desembarcaron en la Base Espacial Cabo Cañaveral se encontraron a Predrag Slotevic en la sala de espera, con cara de desilusión.
-¡Se olvidaron de mí! –dijo el yugoslavo.
Y todos se le abalanzaron para pegarle.
(Final de "Desconcentrados")
(ver parte 1)
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