sábado, 29 de julio de 2017

UNA ARDUA TAREA (parte 1)

(Parte 1)

El último año en la vida profesional de Hermético Apparente había sido un rotundo fracaso. Luego de, apenas, dos jornadas del campeonato local, Apparente había sido removido de su cargo como director técnico de la Entidad de Deportes Varios y Balompié sin ninguna explicación y los meses pasaron y pasaron sin que recibiera ninguna oferta laboral. Pasaron las fiestas, austeras, cambió el año y también su suerte: Hermético Apparente era tentado para dirigir a la selección nacional de Somalia. La idea era hacer un buen papel en la Copa de África y para las eliminatorias del Mundial se vería después.

El contrato firmado lo ligaba por dos años, renovable de acuerdo a los resultados, y recibiría –a cambio de su trabajo– una cifra importante. Al menos lo era comparada con lo que recibiera el año anterior.

Lo primero que hizo fue trasladarse a Mogadiscio con su familia, para instalarse en la casa que le asignó la Federación Somalí de Fútbol. Luego comenzó a asistir a los partidos oficiales: recorrió todas las canchas y vio a todos los equipos, los dieciséis que existen. Así fue que llegó a la conclusión de que el objetivo planteado no iba a ser fácil de conseguir. El nivel de los jugadores era peor que bajo: no tenían técnica, eran desordenados en el juego colectivo, su estado físico era deplorable y eran tan ingenuos como es humanamente posible. Como contrapartida, tenían unas ganas y un empuje dignos de admiración. Y sin llegar a la mala fe, jugaban muy fuerte. Tenían un record nada envidiable de un jugador fracturado por fecha del campeonato local, y cuando jugaban partidos a nivel continental eran muy temidos –literalmente– por sus rivales. Y, además de todo, la mayoría de los clubes tenían un promedio de edad bastante elevado y era muy normal que los jugadores siguieran en actividad hasta pasados los cincuenta. Por supuesto, no había ningún jugador somalí participando en las ligas de primer nivel (España, Italia, etc.) lo cual era muy justo.

En dos meses, la selección dirigida por Hermético Apparente ya estaba afrontando su primer compromiso: un amistoso contra la selección de Omán, en el estadio CONS de Mogadiscio. El público había colmado las gradas, pues las entradas eran gratuitas, y desde antes del comienzo del partido cantaban y golpeaban instrumentos de percusión desenfrenadamente: más que con una batucada podría compararse con una macumba. Hermético Apparente se impresionó mucho ante ese espectáculo y pensó –ni por primera ni por última vez–: “¿Qué hago yo acá?”. Igual que cuando empezaron los entrenamientos, hacía veinte días. Le había costado pero había logrado decidirse por veinte jugadores. Apparente tenía la esperanza de que, alejándolos de la chatura general, podrían llegar a aprender algo.


¿Logrará don Hermético formar un verdadero equipo y obtener resultados positivos?

(Fin de la parte 1)

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