domingo, 1 de octubre de 2017

EL PARTIDO DEL SIGLO (parte 3)

(Parte 3)

(relator) “Gracias, estudios centrales. Djorkaeff la toca a la izquierda para Overmars, encara y pasa entre Zanetti y De Boer, va a entrar al área, tira el centro, ¡la para con el pecho Kluivert! ¡Va a tirar! Sale Barthez… la pelota le queda a Keane. ¡Gooooolllll! ¡Gooooolllll! ¡Gooollll del Astoooonnnn! ¡Roy Keane abre el marcador!” (entra Villaton) “Se prepara un cambio en el Resto del Universo” (relator) “¿Quién está en el banco? ¿Entrará Vieri? ¿Mijatovic?” (Villaton) “No, va a entrar Rvgy Azdkīē. Según el técnico del Resto del Universo, puede jugar en cualquier posición. Es ambidiestro, también ataja. Tiene doce años y es la estrella del Đpldt Kċµþ y la nueva promesa del fútbol jupiteriano…” (relator) “¿Me repetis el nombre? Bueno, no importa. La tiene Rivaldo. Se la pasa a Raúl. ¿Quién va a salir?” (Villaton) “Sale Matthäus” (comentarista) “Interesante variante. Saca un defensor. Seguramente este muchacho de Júpiter debe ser delantero. ¿Es cierto que por eso se llama Resto del Universo?” (locutor comercial) “El verdadero placer de manejar…” (interrumpe el relator) “Ya se hizo el cambio. La tiene Ehiogu, cerca del área. Pelotazo largo para el pique de Taylor: encara a  Maldini. Se frena, lo elude y va hasta el fondo. ¡Tira el centro, manotea el arquero, le cae a Overmars! ¡Se la pasa a Kluivert, dentro del área! ¡Va a tirar! ¡Peligro de gol! ¡Elude al arquero! ¡Canto gol, canto gol! Eh, ¿qué pasa? ¿Qué pasa?”

  
En ese momento, el jugador jupiteriano –flaquito, medio verduzco, viscoso, con un solo ojo en el medio de una larga antena, tres dedos en cada mano, una cierta fosforescencia en la piel– extendió un dedo y de él salió un rayo que atravesó el tórax de Kluivert cuando éste disparaba al arco. El árbitro inmediatamente cobró penal y decretó la expulsión del jupiteriano, quien volvió a extender su dedo y evaporó la tarjeta roja que esgrimía el colegiado. Luego el rayo descendió sobre el hombre de negro y lo hizo desaparecer. A continuación eliminó a los otros jugadores. Y los arcos. La tribuna seguía cantando “…aunque ganes o pierdas yo te sigo a todas partes…”. También fueron exterminados. Con el camino totalmente libre, el jupiteriano tomó el baló y huyó haciendo jueguito.

Los radioescuchas sólo recibían estática. Aún flotaban en el aire las últimas palabras del relator: “¿Qué pasa?”.

Dicen que el jupiteriano odiaba ir al banco.


(Fin de "El partido del siglo")

(ver parte 1)

(ver parte 2)

sábado, 16 de septiembre de 2017

EL PARTIDO DEL SIGLO (parte 2)

(Parte 2)

(sigue el relator) “Llevamos dieciséis segundos del primer tiempo. Siempre el Aston Villa con la pelota. La lleva Draper, cruza la mitad de la cancha. Levanta la cabeza y le marca el pase a Taylor, pero está atento Maldini y roba el balón. Sigue Maldini, elude a Djorkaeff, la cruza para Raúl. Éste la para, la pisa, la amasa, la muestra, la esconde, amaga, se resbala, se levanta y la toca a un costado para Rivaldo quien toca de primera para el pique del Piojo López, que encara a Ehiogu. Se le va por afuera en velocidad, ¡entra al área! La pide Ronaldo por el centro, pero sigue López, engancha para adentro, pasa de largo Draper, sigue López, está adentro del área, ¡parece que va a patear! Mira el arco, ¡apunta! ¡Tirooooó! Lateral para el Aston Villa” (entra el comentarista) “López es el jugador que todos codician en Europa. ¡Qué definición! ¡Qué visión del juego!” (agrega el relator) “A ver, a ver. Parece que hay problemas… Si, si, ¡hay problemas!” (entra Ron Asvilla, desde el campo de juego) “Si, Michael. Es Ronaldo que le reprocha a López por no habérsela pasado a él. Parece que cuando López pasó cerca del brasilero le un gesto con la mano, pero todo quedó ahí” (continúa el relator) “Saca Ziege rápido para el arquero. El balón recorre el cielo de Londres y cruza la mitad de la cancha. Saltan Keane y Tacchinardi, la pelota deriva en Overmars pero le sale De Boer y le roba. Éste la tira larga para Ronaldo que encara al arco. ¡Va a patear! Pero, ¿qué pasa? ¿Está todo anulado? (entra el comentarista) “Cobró penal”. “Si, si, cobró penal” (confirma Jeff Villaton) “¿Penal para quién?” “Para el Aston Villa” (informa Ron Asvilla, luego sigue el relator) “¡Pero si nunca entraron al área! Bueno, a ver. La acomoda Milosevic. Barthez le dice de todo, pero Milosevic no entiende francés. Toda la hinchada canta y corea ‘El Aston es pasión, no me contradigan. El Aston es emoción, denme Buscapina…’. Se prepara Milosevic, toma carrera, tiroooó… ¡Palo! El rebote lo toma Claudio López que corre, corre, corre, corre. La pide Ronaldo por el centro. La lleva López, corre, corre, corre, corre… y se le acabó la cancha” (entra el locutor comercial) “¿Se cansó de que le rayen el auto en el estacionamiento del Villa Park? Estacionamiento privado ‘La Guardería’ (vuelve el relator) “Va a sacar Schmeichel. Pero, ¿otra vez hay problemas?” (Ron Asvilla) “Si, y otra vez entre López y Ronaldo. El brasilero le reclama al argentino porque no le tiró el centro” (el comentarista) “Uy, me parece que se van a las manos. ¡Qué cross de izquierda! La boca de Ronaldo está sangrando. Parece que le partió una de sus paletas. ¡Los veinte jugadores restantes tratan de separar! Pero Ronaldo ya se repuso y lo está corriendo a López, que está dando vueltas alrededor del arco. ¡Esto es un papelón! ¡Ronaldo se saca un botín y se lo revolea al Piojo, quien es derribado por el proyectil! Ahora logran contener al brasileño. Parece que las cosas se están calmando” (relator) “Recién ahora se acerca el árbitro. Parece que va a amonestar a alguien…” “¡Roja!” (interrumpe Villaton) “Roja para Ronaldo” (sigue el relator) “¡Qué vergüenza, dejarse llevar así! Ahí se levanta Claudio López. Está mareado. No se puede mantener en pie. ¡Pero también él es expulsado! ¡Ahora el Resto del Universo se queda con nueve! Vamos a estudios centrales…” (locutor de estudios centrales) “Resultado final en Argentina: Racing cero, Estudiantes tres. En el primer tiempo Sessa le atajó un penal a Bruno Jiménez. Ambos equipos terminaron con diez. Volvemos a vos, Michael”.


¿Cómo continuará este partido, luego de semejante papelón? Enterate en la última parte de esta apasionante historia.

(Fin de la parte 2)

(ver parte 1)

sábado, 9 de septiembre de 2017

EL PARTIDO DEL SIGLO (parte 1)

(Parte 1)

Aquí comienza una nueva emisión del programa número uno de la radio londinense, “Olfato Goleador en el Aire” (música de apertura), conducido diestramente por Michael Astonson (música de apertura), comentarios de Jack Villason (música de apertura), colaboran desde el campo de juego Ron Asvilla y Jeff Villaton (música de apertura), idea y producción de FyB Sports (baja la música)…

“Buenas noches, universo, yo soy Michael Astonson y hoy vamos a presenciar el partido del siglo: nuestro querido Aston Villa festeja las tres temporadas del manager Fernando Bechara enfrentando nada menos que al combinado del Resto del Mundo. ¿Qué digo del Mundo? ¡Resto del Universo! Pero no perdamos más tiempo y vayamos a las formaciones”. (Voz en off) Los once del Aston Villa, presentados por “Foquitos Dameluz Inc.”, en la voz de Ron Asvilla (aparece Asvilla): “En el arco Peter Schmeichel; en el fondo, como es habitual, una línea de tres: Ehiogu, Southgate y Ziege; dos volantes de contención: Draper y Keane; para la creación está Djorkaeff; por las puntas desbordarán Taylor y el que esta noche tendrá la cinta de capitán, Marc Overmars; y adelante, para definir, Milosevic y Kluivert. Vale aclarar, Michael, que como marcador central iba a estar Djetou, pero no hubo acuerdo aún para renovar su préstamo y no pudo estar presente en este partido”. (Contesta Astonson): “Pero aquí lo tenemos, en el estudio. Va a compartir el partido con nosotros. Pero lo vamos a presentar luego. Primero hay que presentar al equipo visitante”. (Voz en off): Por supuesto, Michael. Los once del Resto del Universo presentados por “Tambores para residuos tóxicos Arco Iris”, en la voz de Jeff Villaton. (Aparece Villaton): “Con el número uno Barthez; dos para Frank de Boer; tres para Maldini; el cuatro es Zanetti; con la cinco Tacchinardi; el seis Matthäus; siete Raúl; ocho MacMannaman; la nueve es para Ronaldo; diez Rivaldo y once Claudio López”. (Música de fondo, reaparece el locutor). Ahora vamos a una breve tanda (tanda publicitaria). “¿Cansado de que le rayen el auto en el estacionamiento de Villa Park? ¿Cansado de que le roben el estéreo? Estacionamiento privado ‘La Guardería’, a sólo dos cuadras del estadio. Estacionamiento privado… ‘La Guardería’… No le pidas plata a tu mamá para ir a la cancha: Créditos Personales ‘Hoy por ti, mañana por mi’ y no dependas nunca más de nadie… El verdadero placer de manejar: siéntase como en el Cielo, todo el confort (interrumpe el locutor): “Ya están los equipos en la cancha, también los árbitros. Parece que esta todo listo para que empiece el partido” (entra el comentarista Jack Villason) “A priori tenemos un gran partido, con nombres importantes de los dos lados. Uno tal vez tendría derecho a preguntarse por qué eligieron a ciertos jugadores y no a otros para el Resto del Universo pero, en definitiva, esto es un amistoso. Me hubiera gustado ver a Mpensa, o al turquito Mohamed, pero bueno, no se puede tener todo. Suponemos que el partido será abierto, ofensivo, generoso, pero puede pasar que haya achique, presión en el medio, mucha fricción. La clave estará en la calidad de los habilidosos... o en cómo los neutralicen los marcadores. Yo creo que los arqueros tendrán mucho trabajo, a menos que se limiten a verla pasar…”(retoma el locutor) “Muy esclarecedor, gracias. Pero está todo dispuesto para que se pongan en marcha los primeros cuarenta y cinco minutos, con el siguiente auspicio” (voz en off) “El verdadero placer de manejar: siéntase como en…” (interrumpe el relator) “Comenzó el partido. Saca el Aston Villa. Milosevic la toca para Djorkaeff. Éste se la entrega a Keane, el que lo marca es MacMannaman. La pelota va para Ziege, que se adelanta, pero le sale Zanetti y la tira al lateral…” (entra el comentarista) “Está claro el planteo ofensivo del conjunto local, que está cerca de la apertura del marcador. Aunque no hay que descuidarse, porque los de enfrente también son buenos”.


Sigan sintonizando esta electrizante transmisión radial!

(Final de la parte 1)

domingo, 20 de agosto de 2017

COSAS DEL DESTINO (parte 2)

(Parte 2)

El sábado, Cándido Palazzo les dio la mañana libre a sus jugadores, pero a las dos de la tarde todos debían estar en el club para quedar concentrados. La mayoría de ellos pasaron la tarde jugando al metegol y al truco. Luego cenaron y se acostaron temprano para acortar la espera. El domingo fue el día decisivo. El partido se jugaba en cancha neutral, pero como quedaba cerca del barrio del Deportivo Noche Oscura mucha gente se había llegado al estadio para alentar al equipo dirigido por Palazzo. Si lograban ganar obtendrían la posibilidad de jugar en el Torneo Regional, paso previo al Argentino y de ahí al Nacional B. Por eso eran muy comprensibles los nervios del técnico, quien no podía creer que un equipo dirigido por él estuviese jugando por algo.

Pero, como la fatalidad es amiga de quienes la llaman, decidió visitar al pobre Cándido Palazzo. Y es que, luego de levantarse bastante tarde, el juvenil estrella Aranguren ingresó al baño y no se lo volvió a ver. El técnico no hizo nada por averiguar qué sucedía porque no quería ser alarmista, pero lo cierto es que el Máquina no almorzó con el resto del plantel.

Cuando faltaban quince minutos para el comienzo del partido, Palazzo en persona ingresó al baño para buscar a Aranguren, quien se encontraba sentado en el piso, en un rincón, llorando a moco tendido: el joven se había despertado con un terrible ataque de acné y se negaba rotundamente a salir así a la cancha, frente a sus fanáticas.

Por más que intentó Cándido Palazzo, no pudo convencer al Máquina Aranguren, que cada vez lloraba más torrencialmente. Por fin se  le hacía la noche oscura al técnico, porque no pudo soportar los designios del destino y no supo responder a las necesidades del equipo, que hacía agua en la cancha. El Unidos Venceremos Fobal Club ganó por uno a cero y ascendió, con un gol digno de ser contado en otra historia, y la esperanza del Deportivo Noche Oscura de subir de categoría se vio postergada un año más. Pero esa fue la única oportunidad que tuvo don Cándido Palazzo de salir de la mediocridad.

Algunos memoriosos recuerdan a Cándido Palazzo como a un técnico sin suerte. Otros, en cambio, aseguran que era un mediocre. Cosas del destino.


(Final de "Cosas del destino")

(Ver parte 1)

domingo, 13 de agosto de 2017

COSAS DEL DESTINO (parte 1)

(Parte 1)

Algunos memoriosos recuerdan a Cándido Palazzo como a un técnico sin suerte. Otros, en cambio, aseguran que era un mediocre. Nunca había peleado por obtener un campeonato y tampoco había sufrido ante la posibilidad de un descenso. No había ganado ni perdido nada: siempre en la mitad de la tabla. Sus equipos eran sólo para rellenar. Salvo aquella vez que dirigió al Club Deportivo Noche Oscura.

El Deportivo Noche Oscura estaba peleando para llegar a la final de la Copa de Oro Venado Rengo, de aquella ciudad del interior, y para lograrlo enfrentaba en semifinales al Club Social de Ajedrez y Pesca. El técnico del “Aje” –como lo llamaban los hinchas- había dispuesto marcas hombre a hombre sobre los más hábiles rivales: Tito Troncoso, Beto Fierro y el Máquina Aranguren, un juvenil de 16 años que medía 1,98 mts. y pesaba más de cien kilos, pero tenía una gambeta incontrolable, incluso para él.

Cuando terminó el partido con victoria por 2 a 0 y clasificación a la final para el Deportivo Noche Oscura, Cándido Palazzo no lo podía creer. “¡Esta vez se te da, Palazzo!”, le dijo un amigo. Solo restaba derrotar al Unidos Venceremos Fobal Club el domingo próximo, en cancha neutral. 

Pero la pesadilla no tardaría en comenzar: durante el entrenamiento del miércoles, cuando se internaba en el área y apuntaba para disparar al arco, Beto Fierro cayó como fulminado por un rayo. Inmediatamente corrieron a auxiliarlo pero era inútil, Fierro se había fracturado el tobillo al introducir su pie en un hormiguero de considerables dimensiones que el cuidador de la cancha no había detectado. El pobre delantero fue trasladado al Hospital Regional de Obtusos, donde le informaron que no podría volver a jugar al fútbol por unos cuantos años. La noticia no afectó el humor de Cándido Palazzo, quien se negaba a pensar que otra vez la suerte le pasaría de largo.

Pero el jueves, el Destino le daría un nuevo mazazo en la nuca. Tito Troncoso habíase escapado de la concentración para festejar el cumpleaños de una amiga. Habían bebido mucho y luego recorrieron las calles de la ciudad en el auto de ella, a alta velocidad, culminando la loca carrera contra un patrullero. Troncoso pasó la noche en la comisaría y el Juez dictaminó que pasaría los próximos tres meses en la cárcel, lo cual lo marginaba automáticamente de la final. Ahora las cosas empezaban a complicarse. Ese día, Palazzo dio por finalizado el entrenamiento bastante temprano. Eran dos bajas importantes, pero no se dejaría vencer por los contratiempos. 

El viernes fue un día muy promisorio, pues el técnico encontró un planteo táctico muy novedoso con el que ya no necesitaba ni a Fierro ni a Troncoso, aunque ahora la mayor parte del éxito dependía del juvenil Aranguren. Y si de éxito se trata, nadie como Aranguren para hacer suspirar a las muchachas del pueblo, que acudían por miles a presenciar los entrenamientos del Deportivo Noche Oscura para ver al Máquina acomodarse su enrulada cabellera luego de cada cabezazo, de cada pique, de cada pase… Las chicas, agolpadas contra el alambrado, le gritaban cosas obscenas y groseras de tal calibre que ni los operarios de la metalúrgica local se atrevían a usar. Lejos de molestarse, Aranguren alimentaba su ego, aunque era muy custodiado por su madre quien no lo dejaba ni a sol ni a sombra.


¿Será esta la oportunidad de Palazzo para redimirse? ¿Podrá el joven Aranguren cargarse el equipo al hombro para obtener el ascenso? 

(Fin de la parte 1)

sábado, 5 de agosto de 2017

UNA ARDUA TAREA (parte 2)

(Parte 2)

Pero la esperanza fue exterminada, cual cucaracha pisoteada, desde el primer entrenamiento. Estaba muy claro que Somalia no conseguiría ningún logro futbolístico. 

Y ahora estaban en la cancha, los once titulares (los suplentes eran igual de malos, pero alguien tenía que ser titular), jugando contra Omán. Éstos eran tan malos como los africanos y fue por eso que Apparente insistió para jugar contra ellos. El partido era muy pobre, jugado a puro pelotazo hacia la tribuna. Si el técnico hubiese prestado atención habría descubierto en las tribunas a más de un arquero mejor que el que defendía los colores de la selección, pero estaba preocupado por lo que veía en la cancha. Con el correr de los minutos se hacía evidente que iba a ser necesario un milagro para que el partido no terminara sin goles, porque aunque los errores defensivos eran muchos y muy gruesos, los delanteros parecían tener puestos lo botines al revés. Es decir, con los tapones para arriba.

En las tribunas, la gente coreaba: “En-glen-gue, En-glen-gue” y por un instante Hermético Apparente dejó de ver el partido y pudo escuchar al público. Muy intrigado, le consultó a su ayudante de campo qué era lo que la hinchada decía. 

–Piden a Englengue, jefe –respondió.

Pero justo el árbitro cobró un penal a favor de Omán y entonces Apparente volvió a concentrarse en el partido: el número nueve de Omán era retirado en camilla con una fractura expuesta de tibia y peroné. Pero ni siquiera de penal podían convertir.

El partido terminaba, sin goles, pero la gente igual cantaba. Aún coreaban “En-glen-gue, En-glen-gue” y entonces Apparente le preguntó a su asistente quién era Englengue. 

–Fue la figura de la selección en la última Copa de África –le refirió el ayudante.

–Y, ¿cómo puede ser que yo no lo haya visto jugar? –se indignó eltécnico.

–Porque tiene 68 años y juega en un club de barrio.

Ante la sorpresa de Apparente, un viejito con bastón se acercó al banco de suplentes: era Englengue. Tenía puesta la camiseta azul celeste de la selección y quería jugar. El técnico no lo podía creer, pero lo hizo entrar.

La tribuna estalló de alegría cuando el anciano del bastón se estacionó en el área rival, con tanta suerte que un centro fue a rebotar en su cabeza y terminó en gol. Luego lo llevaron en andas. El partido no había terminado, pero a nadie le importó: todos se fueron a festejar, incluso los jugadores.

Al día siguiente, bien temprano, Hermético Apparente renunció.


(Final de "Una ardua tarea")

(Ver Parte 1)

sábado, 29 de julio de 2017

UNA ARDUA TAREA (parte 1)

(Parte 1)

El último año en la vida profesional de Hermético Apparente había sido un rotundo fracaso. Luego de, apenas, dos jornadas del campeonato local, Apparente había sido removido de su cargo como director técnico de la Entidad de Deportes Varios y Balompié sin ninguna explicación y los meses pasaron y pasaron sin que recibiera ninguna oferta laboral. Pasaron las fiestas, austeras, cambió el año y también su suerte: Hermético Apparente era tentado para dirigir a la selección nacional de Somalia. La idea era hacer un buen papel en la Copa de África y para las eliminatorias del Mundial se vería después.

El contrato firmado lo ligaba por dos años, renovable de acuerdo a los resultados, y recibiría –a cambio de su trabajo– una cifra importante. Al menos lo era comparada con lo que recibiera el año anterior.

Lo primero que hizo fue trasladarse a Mogadiscio con su familia, para instalarse en la casa que le asignó la Federación Somalí de Fútbol. Luego comenzó a asistir a los partidos oficiales: recorrió todas las canchas y vio a todos los equipos, los dieciséis que existen. Así fue que llegó a la conclusión de que el objetivo planteado no iba a ser fácil de conseguir. El nivel de los jugadores era peor que bajo: no tenían técnica, eran desordenados en el juego colectivo, su estado físico era deplorable y eran tan ingenuos como es humanamente posible. Como contrapartida, tenían unas ganas y un empuje dignos de admiración. Y sin llegar a la mala fe, jugaban muy fuerte. Tenían un record nada envidiable de un jugador fracturado por fecha del campeonato local, y cuando jugaban partidos a nivel continental eran muy temidos –literalmente– por sus rivales. Y, además de todo, la mayoría de los clubes tenían un promedio de edad bastante elevado y era muy normal que los jugadores siguieran en actividad hasta pasados los cincuenta. Por supuesto, no había ningún jugador somalí participando en las ligas de primer nivel (España, Italia, etc.) lo cual era muy justo.

En dos meses, la selección dirigida por Hermético Apparente ya estaba afrontando su primer compromiso: un amistoso contra la selección de Omán, en el estadio CONS de Mogadiscio. El público había colmado las gradas, pues las entradas eran gratuitas, y desde antes del comienzo del partido cantaban y golpeaban instrumentos de percusión desenfrenadamente: más que con una batucada podría compararse con una macumba. Hermético Apparente se impresionó mucho ante ese espectáculo y pensó –ni por primera ni por última vez–: “¿Qué hago yo acá?”. Igual que cuando empezaron los entrenamientos, hacía veinte días. Le había costado pero había logrado decidirse por veinte jugadores. Apparente tenía la esperanza de que, alejándolos de la chatura general, podrían llegar a aprender algo.


¿Logrará don Hermético formar un verdadero equipo y obtener resultados positivos?

(Fin de la parte 1)

martes, 25 de julio de 2017

DESVENTURAS DE UN TÉCNICO (parte 2)

(Parte 2)


Ya había divisado una salida y hacia ella me dirigía cuando sentí que alguien me decía, en perfecto español: “Tomá, loco, ponete esto” y me tiró una remera amarilla. Pasé corriendo por la salida y me metí en los baños. La mayoría de los que me seguían pasaron de largo, pero algunos entraron al baño a buscar. Mientras tanto yo me saqué la remera y me la até en la cabeza, al tiempo que me ponía la amarilla que me habían dado. Así que, cuando mis perseguidores entraron al baño, yo salí por entre medio de ellos, sin que se dieran cuenta.

Caminé por los pasillos del estadio, sin saber bien a dónde ir, hasta que llegué al restaurante del club. Pedí un café con leche con medialunas pero me dieron café con crema y una porción de pastel de manzanas.

Me senté cerca de un parroquiano que escuchaba la radio, pero como transmitían en alemán yo no entendía nada. Asi que esperé, esperé y esperé. Cuando calculé que el partido ya habría terminado y todos los hinchas se habrían retirado del estadio, me fui caminando despacito hasta el hotel, mirando vidrieras. No eran muchas cuadras pero me tomé mi tiempo.

Mientras paseaba, trataba de reflexionar acerca de todo lo que me había pasado: no tenía noticias de que algo similar hubiera pasado antes en el fútbol profesional.

Llegué al hotel bastante tarde, ya era de noche. Me quería bañar y luego acostarme, descansar un poco. No tenía idea de la hora, pero me sentía cansado como si me hubiesen alcanzado los austríacos y me hubiesen molido a palos. ¡Eso les habría gustado, seguramente! “¡De la que zafaste!”, pensé.

Al entrar al hall del hotel me encontré con Ehiogu y Southgate

–¿Qué tal, jefe? –me dijeron –. ¿Dónde estuvo? ¿Qué hace con esa camiseta?

Recién en ese momento me fijé en lo que tenía puesto: era una camiseta del Borussia Dortmund.

–Es una larga historia –les contesté. Y me fui a mi habitación.

No supe cómo había terminado el partido sino hasta el día siguiente.


(Final de "Desventuras de un técnico")

(ver parte 1)

sábado, 22 de julio de 2017

DESVENTURAS DE UN TÉCNICO (Parte 1)

(Parte 1)

Los hechos que narraré a continuación ocurrieron realmente. Recién ahora, varios años después, me decido a escribirlos y lo hago para liberar mi mente y mi conciencia de la responsabilidad de cargar con ellos. Puedo olvidar algún detalle pero, en general, todo sucedió como lo voy a contar.

Era verano. Yo dirigía al Aston Villa y debíamos jugar la semifinal de la Copa de Europa contra el Casino Salzburgo, en Austria. En Birmingham habíamos ganado sólo por uno a cero, pero sentía mucha confianza, sabía que mis muchachos lograrían pasar a la final. Y así sucedió, pues ganamos dos a cero y clasificamos. Pero eso no hace a la historia que quiero contar.

A pesar de confiar en mis jugadores, no me sentía tranquilo. No es que estuviese nervioso, más bien ansioso. Y el árbitro designado no me parecía ni muy bueno ni muy justo. A decir verdad, me parecía que estaba favoreciendo a los locales (algunos lo llamarían “localista”) y a mí me dio por criticar airadamente sus fallos. Algo extraño, porque no suelo hacerlo.

Como a los veinte minutos del primer tiempo, el susodicho referí le cobró una mano inexistente a Draper, muy cerca del banco donde yo estaba. Un impulso satánico, como nunca había sentido en mi vida, me hizo levantar del banco de un salto: en dos pasos estaba dentro de la cancha y, a la carrera, le pegué un puntinazo a la pelota, tan fuerte que cayó en la platea local, Creo que le pegué en la cara a un pobre austriaco de anteojos que quedó tirado en el piso. Consecuencia: el árbitro me expulsó.

Mientras bajaba por el túnel, sentía a la hinchada local gritar algo que –a pesar de la diferencia idiomática– sonaba muy parecido a “¡Hijo de puta, hijo de puta!”. En el banco de suplentes quedó mi ayudante con un celular y yo me fui a la tribuna con otro para darle indicaciones.

Transcurrieron los minutos, transcurrió el partido. Llegó el primer gol del Villa y lo grité como loco, como es de imaginar. Pero se me vinieron cuatro tipos que me decían cosas que yo no entendía, me gritaban. Entonces me di cuenta de que estaba en la tribuna equivocada. ¡Y ninguna autoridad del club se había preocupado por señalármelo! ¡Me mandaron al matadero! Me levanté de mi butaca lo más tranquilamente que pude, mientras los tipos me seguían increpando. Comencé a bajar por la escalerilla, en busca de una salida, pero se empezaba a sumar gente para gritarme y señalarme, hasta que empezaron a correrme. El partido seguía y escuché, de fondo, cómo la hinchada del Aston Villa gritaba el segundo gol. Eso pareció enloquecer a los austriacos que estaban a mi alrededor. ¡Y no había ni un policía cerca! 

¿Podrá nuestro héroe librarse de sus perseguidores? ¿Logrará salir de esta aventura con vida... y honor? Espera y veras.

(Fin de la parte 1)

sábado, 15 de julio de 2017

EL PRIMERO EN LA HISTORIA DEL FÚTBOL (parte 2)

(Parte 2)

Una vez en la oficina, el presidente le disparó estas palabras: “Mire, don Remigio, surgió una complicación”.

Remigio Izquierdo no quería saber nada de complicaciones, sólo quería salir de la oficina, correr hasta la cancha auxiliar y pedirle autógrafos a todos los jugadores. Luego podría morir en paz.

–Profesor Izquierdo, ¿está escuchando? –la voz del presidente le hizo volver a la Tierra. Y lo invitó a tomar asiento. El recién contratado estaba allí, pero no estaba.

–Don Remigio, esto no le va a gustar pero las cosas son así. Voy a ser breve: un amigo mío es presidente del club Alldogs Useless, que juega en la Segunda División de la Regional Norte de la Liga de Devonshire. Faltando dos fechas están peleando el ascenso, pero se quedaron sin manager porque el que tenían se mató al caer de un toro en una doma en Dallas. Por otra parte, Alex Ferguson recapacitó y quiere retirarse el año que viene en lugar de este, como era su idea original. Nosotros le dijimos que ya era tarde porque ya teníamos un nuevo manager. Pero se nos puso a llorar. Pobre, nos rompió el corazón. Así que decidimos lo siguiente: Ferguson va a seguir un año mas al frente del equipo y usted se va, cedido a préstamo, al FC Alldogs Useless durante un año, que le va a servir…

“¿Cedido a préstamo?”, pensó Izquierdo. Sería el primer caso en la historia del fútbol mundial en el que un club tenga que ceder en préstamo a su manager.

–Esto es inaudito –murmuró Izquierdo.

–No sepreocupe, profesor. Por supuesto, el sueldo se lo vamos a pagar nosotros. Y al finalizar la temporada, usted se hará cargo del Manchester United. Va a ver que este año va a pasar volando. Y en el FC Alldogs Useless lo esperan con ansias. Además, va a ser una buena experiencia para usted… –el presidente se asomó a la ventana –. Mire, ya llegó su taxi. Vaya, corra, que en cuatro horas tiene que estar en Devonshire para que lo presenten al plantel. ¡Vaya, vaya…! –le decía, mientras lo sacaba a empujones de la oficina.

Hizo todo el viaje en taxi, atravesando la campiña. Remigio Izquierdo no salía de su asombro.

-¿FC Alldogs Useless? ¡Qué feo nombre! –pensaba.


(Final de "El primero en la historia del fútbol")

domingo, 9 de julio de 2017

EL PRIMERO EN LA HISTORIA DEL FÚTBOL (parte 1)

(Parte 1)

El doce de diciembre fue el mejor día de su vida. Ese día, ese año, a Remigio Izquierdo se le venció el contrato que lo ligaba al Club Atlético Boulogne y entonces quedaba en libertad para firmar un nuevo contrato, por tres años, para hacerse cargo como manager del Manchester United. La felicidad le rebalsaba de la cara: se le caía por los ojos, por la boca, por la nariz… A la mañana estaba en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y aterrizó en el atardecer inglés. Allí lo esperaba un secretario de la Comisión de Fútbol del United, quien lo condujo hasta el club. Cuando Remigio Izquierdo estuvo frente al estadio Old Trafford creyó morir, pero pudo recuperarse. El trámite fue muy rápido: firma del contrato y rueda de prensa. Luego lo llevaron al hotel y le dijeron que a las nueve de la mañana lo presentarían al plantel. Como era de imaginar, al pobre Izquierdo le costó mucho dormirse. Aunque ya estaba todo arreglado de palabra desde hacía meses, los directivos del Atlético Boulogne seguían presionando y haciéndole la vida imposible hasta el último día de contrato. Como aquella vez que le negaron un sándwich de mortadela en la confitería del club, o el día que le sacaron el papel higiénico del baño.

A las seis ya estaba despierto, ansioso y temblando. Nunca había fumado, pero en ese momento podría haberlo hecho. En solo tres horas iba a estar, frente a frente, con el plantel del Manchester United: Giggs, Beckham, Keane, Sheringham, Cole, Scholes… y ellos tendrían que obedecerlo. A las nueve menos cuarto estaba en el estadio. “¡Llega temprano!”, le dijo un asistente, y continuó: “¿Ansioso?”. Remigio Izquierdo contestó alzando levemente los hombros y le pidió que lo guiara a la cancha auxiliar. Allí ya estaban los jugadores, haciendo trabajos físicos. Al pobre Izquierdo, al verlos, le dio un terrible dolor en el estómago y tuvo que preguntar dónde quedaban los baños. Una vez allí, mas tranquilo, pensó: “Remigio, sos un cobarde. ¿Acaso no es suficiente experiencia veintiún años dirigiendo la primera del Atlético Boulogne? ¿Acaso no es suficiente muestra de confianza el contrato que ayer mismo firmaste? Remigio, sos un cobarde”.

Ya restablecido –y hasta fortalecido– por sus propias palabras, volvió sus pasos nuevamente hacia la cancha auxiliar. A mitad de camino se encontró con el presidente del club, quien lo felicitó nuevamente por la firma del contrato y lo invitó a su oficina a celebrar con un whisky.

–Pero, señor… –titubeó Izquierdo –, tengo que irme, me van a presentar ante el plantel.

–No se preocupe, don Remigio –le contestó el alto directivo –, venga a hacer un brindis conmigo, es una orden.

Y allá fueron.

¿Cómo recibirán los jugadores a su nuevo "Mister"? ¿Le harán la vida imposible? ¿Podrá don Remigio soportar una nueva ola de cólicos?

(Fin de la parte 1)

(Ver parte 2)

martes, 4 de julio de 2017

UN MANAGER EXAGERADO (parte 2)

(Parte 2)

Pero ya no había ni socios ni público así que volvió a bajar los precios de las entradas hasta que fueron gratis y con ellas se regalaban carnets de socios. De a poco y con desconfianza la gente fue volviendo, pero para cumplir con su sueño Huidobro necesitaba mas ideas geniales. Un día el público se encontró con una sorpresa: donde antes había una pista de atletismo, alrededor del campo de juego, crecía un moderno y lujoso shopping que funcionaba antes, durante y después de los partidos. El equipo se mantenía en la mitad de la tabla pero al DT no le importaba nada: con los ingresos del alquiler de los locales del shopping el estadio ya había alcanzado una altura de mil metros y las butacas totalizaban un millón doscientos trece mil quinientas. La obra ya había ingresado en el libro Guinness como la mayor mamarrachada hecha por un ser pensante, pero Huidobro quería mas. Grande fue la alarma de los directivos cuando el manager les contó acerca de su nuevo proyecto, pero aseguraba que este sería el último y que el club alcanzaría la gloria y que Dios se haría fanático del CCJA y tantas otras locuras que logró exaltar a la Comisión y consiguió una nueva cuota de confianza. Así fue que comenzó la idea más audaz y ambiciosa de todas cuantas salieron de la afiebrada mente del técnico: levantó un parque de diversiones en una de las áreas grandes, con montaña rusa y todo. La AFA ensayó una tibia protesta, pero Huidobro logró convencerlos con sus argumentos y así los partidos se llevaron a cabo entre calesitas y autos chocadores, lo que favoreció el juego de los más habilidosos.

Pero una tarde de domingo en que jugaban CCJA y Atlético Mechongué, un carro de la montaña rusa se precipitó al vacío cayendo sobre un juez de línea, por lo que el árbitro se vio obligado a suspender el partido.

Al equipo local le quitaron los puntos: todos los que había obtenido, por lo que descendió de categoría. Pero además fue clausurado el parque de diversiones, el shopping y el estadio entero. Las obras se paralizaron, junto con los sueños del pobre Huidobro que enloqueció definitivamente y debió ser internado en un hospital siquiátrico. En ese momento el estadio tenía una altura que era, apenas, diez centímetros menor a la del Aconcagua.

Pero una noche tormentosa, de mucho viento, el estadio se desmoronó y no quedó nada en pié, salvo los arcos.

Así terminó el sueño de Epifanio Huidobro, un manager exagerado.

(Final de "Un manager exagerado")

(ver Parte 1)

miércoles, 28 de junio de 2017

UN MANAGER EXAGERADO (parte 1)

(Parte 1)

Epifanio Huidobro era un exagerado. Por eso, cuando asumió como DT del Club Central Juegos y Apuestas y anunció que ampliaría el estadio hasta que pareciera el Aconcagua nadie le creyó. Pero Huidobro, que estaba un poco loco pero no era tonto, sabía que su proyecto le llevaría tiempo y esfuerzo y estaba dispuesto a permanecer por siglos en su cargo, si hacía falta.

Comenzó poniendo en venta a todo el plantel y contratando jugadores amateur, para conseguir fondos para comenzar las obras: así logró levantar el estadio unos quince metros y la capacidad alcanzaba las cincuenta mil localidades. Pero el dinero se terminó y Huidobro no estaba conforme. El equipo andaba bastante bien y marchaba entre los cinco primeros puestos, con posibilidades de ascender. Pero a Huidobro solo le interesaban las obras de ampliación, por lo que pensó que, mientras se mantuvieran lejos de la zona de descenso, no tendrían problemas. Así fue que suspendió los entrenamientos y puso a todo el plantel a pegar ladrillos. Y cuando necesitó materiales de construcción empezó a aceptar sobornos por perder partidos contra los que peleaban por la punta: vigas, cemento, vidrios, ladrillos, cal, arena… El estadio crecía y crecía. Ya podía albergar a más de cien mil personas, aunque nunca asistían más de dos mil.

Cuando el equipo empezó a bajar en la tabla y se aproximaban a la zona negra nuevamente se detuvieron las obras para que los jugadores volvieran a entrenar. Y como ya no aceptaban sobornos porque necesitaban los puntos, entonces el DT pensó en subir los precios de las entradas y aumentar el valor de las cuotas sociales. Esto no le cayó bien a la gente, pero por un tiempo se pudo recaudar lo suficiente como para seguir construyendo. El estadio ya medía más de cien metros de altura y entraban cerca de doscientas mil personas sentadas, pero con los aumentos de los precios la gente dejó de asistir a los partidos y los socios se empezaron a borrar.

Huidobro estaba cegado por la codicia y así pidió varios préstamos pagaderos a diez años. Además tuvo la suerte de sacar un par de jugadores buenos, que fueron transferidos por cifras millonarias, con lo que canceló algunos de los compromisos, pero para obtener fondos para pagar el resto se le ocurrió concesionar el estacionamiento y los baños. Así logró continuar su carrera desenfrenada hacia el cielo, alcanzando la marca de los doscientos cincuenta metros de altura y los cuatrocientos mil espectadores.

Podrá Epifanio Huidobro alcanzar su objetivo y la gloria al mismo tiempo?

(Fin de la parte 1)

(Ver parte 2)

sábado, 24 de junio de 2017

DESCONCENTRADOS (parte 2)

(parte 2)

En cuanto el plantel volvió a materializarse en X8N, notaron que faltaba el lateral izquierdo, Predrag Slotevic, un yugoslavo de diecisiete años que era la esperanza del Río Seco. ¡Se había perdido en algún lugar del espacio, tal vez en otra dimensión!

Cuando fueron a quejarse a la oficina de teletransportación les dijeron que ellos no podían hacer nada, que no era su responsabilidad y que hablaran con el representante local de la compañía de transportes. Luego se enteraron que no existía tal representante local…

Llegó el momento del partido y el plantel estaba muy desconcentrado: todos pensaban en el viaje de regreso y que tal vez algún otro jugador podría perderse por el camino. Estaban muy nerviosos y no quisieron entrenar, así que el técnico tuvo que armar el equipo con los que estaban mejor anímicamente.

El partido fue algo atípico. Por un lado, era cierto que los equisochoenenses se agrandaban de locales; por el otro, los argentinos estaban en otro planeta (¡!). El resultado fue un muy justificado 132 a cero. La humillación intergaláctica había sido televisada en directo y los socios del Río Seco rompían sus carnets por millares. El desastre económico produciría la quiebra del club después de un largo proceso judicial que duraría once años.

El viaje de regreso transcurrió con toda normalidad. Cuando desembarcaron en la Base Espacial Cabo Cañaveral se encontraron a Predrag Slotevic en la sala de espera, con cara de desilusión.

-¡Se olvidaron de mí! –dijo el yugoslavo.

 Y todos se le abalanzaron para pegarle. 

(Final de "Desconcentrados")

(ver parte 1)

martes, 20 de junio de 2017

DESCONCENTRADOS (parte 1)

(Parte 1)

En el año 2357 se disputó la quinta edición de la final de la Copa Intergaláctica. El equipo del Social Río Seco había adquirido el derecho de disputarla al derrotar al poderoso Inter de Milán en la final Intercontinental, por un marcador de 4 a 2. Pero el fútbol del Río Seco atravesaba una difícil situación económica: después de veintiocho años de gestión, el manager Ludovico Píccoli empezaba a dar muestras de cansancio y los números ya no le cerraban. Se anunciaban dramáticos recortes presupuestarios y el plantel estaba intranquilo. A pesar de todo, la primera final se jugó en el estadio Potrero Poceado. Se rumoreaba que si el Río Seco perdía de local no se presentaría a jugar la revancha para no gastar en viajes hasta la no muy cercana galaxia X8N, donde estaba el estadio del Rndlnulvgu FC.

El partido de ida se desarrolló normalmente. Los rivales exhibían buen juego, pero demostraban un grado tal de inocencia que muy pronto el resultado ya estaba sellado. El marcador final fue 8 a 1. Este abultado resultado, a pesar de que se decía que los equisochoenenses se agrandaban de locales, mas la suma que recibiría el campeón intergaláctico (unos 618 millones de dólares) terminaron decidiendo a la Comisión Directiva a emprender el desafío de alquilar un cohete espacial, con el gasto que eso significa, para poder disputar la revancha. 

Para conseguir fondos firmaron un contrato exclusivo de televisación con Canal 13 para Argentina y con ESPN para el resto del mundo. El dinero que faltaba lo recaudaron con la fabricación y venta de bufandas y gorritos con el escudo del club. Así es que fueron hasta Estados Unidos y contrataron un transbordador espacial. 

Partieron de la Base Espacial Cabo Cañaveral una tarde lluviosa. El transbordador no era muy bueno: por la plata que tenían les alquilaron un servicio de una estrella, sin aire acondicionado, que se parecía mucho a la nave de Flash Gordon en su versión original de principios de 1900. Se sacudía mucho y entraba viento por varios agujeros en el fuselaje. Uno de los motores dejaba de funcionar de a ratos y las azafatas eran muy feas.

A duras penas lograron llegar hasta Marte, donde el transbordador hacía su primera parada. Comenzó a subir gente y a ocupar los asientos vacíos. El manager Píccoli fuese a quejar a los pilotos, pero éstos le respondieron que recibirían un servicio acorde al precio que habían pagado. ¡Ouch!

Hizo otras paradas en Saturno y Neptuno, y en Plutón hubo que hacer trasbordo: para que el viaje no fuese tan largo había que usar los teletransportadores que habían sido instalados en aquel planeta. Y para ahorrar costos debían entrar tres jugadores por cada transportador, lo cual resultaba bastante incómodo.

¿Lograrán nuestros héroes conseguir el histórico resultado y consagrarse campeones intergalácticos? ¿Lograrán, al menos, completar sanos y salvos la teletransportación hasta la galaxia X8N?

(Fin de la parte 1)

(Ver parte 2)

PRESENTACIÓN

Mi nombre es Fernando y soy músico y escritor. También me gusta el fútbol, como a casi todos los argentinos. Hace algunos años me juntaba con mi amigo Hugo -a veces se sumaba Lucas- a jugar al PCFútbol, un juego de computadora del tipo conocido como manager en el cual el jugador se encarga de dirigir un club de fútbol, tanto en su aspecto deportivo como en el económico y, de esa época, surgió una colección de cuentos en el que intenté reflejar, apelando al ridículo, algunos aspectos de ese personaje que debe encarnar el jugador:
una mezcla entre gerente, comerciante y entrenador.

La colección, titulada Relatos desde el banquillo, está formada por siete relatos cortos y en este blog los voy a publicar por partes con una periodicidad desconocida, aunque mi intención es hacer una publicación por semana. Espero que disfruten leerlos, tanto como yo disfruté escribirlos.

Fernando Bechara